Muchos lo saben, otros miran para el costado y se hacen los cojudos, otros lo niegan, Guayaquil se ha vuelto gris, triste, aburrido y feo. No lo digo solamente yo, lo dicen muchos de mis contemporáneos y muchos amigos extranjeros que me visitan y sienten esa desazón y apatía en la ciudad. A mi me está llegando a importar muy poco Guayaquil, ya entendí hace rato que no calzo en esa sociedad, me he retirado a vivir a la playa, ya sé que mis ideas han sido perseguidas, censuradas y he estado muy cerca de pagar con prisión la necedad de ver un Guayaquil renacido, cultural, artístico, vanguardista, sensible y humano.

Esta última intervención de Litro x Mate®, el 25 de Julio de 2016, casi 5 años después del triunfo de la represión socialcristiana, es solo un intento más. No hemos ganado nada y de cualquier manera estoy casi seguro que mañana borrarán el mural y a créanme que mi no me pasará absolutamente nada, estoy curtido. Quien pagará los platos rotos de la mezquindad municipal ya no soy yo, serán ustedes guayaquileños.

Puede ser que a muchos no les gusten los cuadritos de colores, es lo de menos, a veces ni a mi me gustan, pero todo esto no se trata de la forma, aunque entiendo perfectamente que a la superficialidad estamos acostumbrados como especie, esto se trata del fondo, de las libertades, de los sueños, de los tiempos que vivimos y esas cosas que los ancianos en el poder ya no logran comprender porque el billete los estupidizó y corrompió hace mucho tiempo atrás.

En fin, buena suerte Guayaquil, seguiré intentando darte amor y trataré de que te llegue esta brisa de mar por ese río inservible hasta lo más recóndito de tu putrefacto Estero Salado.